Momo es una niña con un don muy especial: sólo con escuchar consigue que los que están tristes se sientan mejor, los que están enfadados solucionen sus problemas o que a los que están aburridos se les ocurran cosas divertidas. De repente, la llegada de los hombres grises va a cambiar su vida. Porque prometen que ahorrar tiempo es lo mejor que se puede hacer, y pronto nadie va a tener tiempo para nada. Ni siquiera para jugar con los niños. Momo es la ºnica que no cae en la trampa, y con la ayuda de la tortuga Casiopea y del maestro Hora, llevará al lector a una aventura fantástica llena de enseñanzas sobre la amistad, la bondad y el valor de las cosas sencillas. En definitiva, sobre lo que de verdad nos hace felices.
Letto subito dopo ad altri libri di Ende, me ne sono subito innamorato. E' una favola senza tempo, ambientata in un presente possibile ma con quanto basta di magico per renderla favola. Bella da bambino e migliora da adulto. Assolutamente da leggere
Letto subito dopo ad altri libri di Ende, me ne sono subito innamorato. E' una favola senza tempo, ambientata in un presente possibile ma con quanto basta di magico per renderla favola. Bella da bambino e migliora da adulto. Assolutamente da leggere
Una vez le escuche decir a alguien en un podcast "yo AMO perder el tiempo leyendo", y esa fue una de las primeras cosas que se me vino a la cabeza mientras estaba leyendo este libro.
En ese podcast hablan siempre de cómo hay gente de dura y tesa y organizada y exitosa, y que esa gente le comparte a la otra gente, como uno, cómo podría dejar de ser menos como uno y más como ellos. Y, pues, algunas veces no es tan malo porque uno sí es desorganizado y, si se mide en esos términos, nada exitoso. Uno logra muy poquito. Uno, si no termina haciendo lo que debería hacer, al leer un libro entonces está perdiendo el tiempo.
Momo comienza de manera lenta, y tal vez hasta aburrida, y termina de una manera en la que uno queda muy envuelto en lo que pasa. Sí, es algo …
Una vez le escuche decir a alguien en un podcast "yo AMO perder el tiempo leyendo", y esa fue una de las primeras cosas que se me vino a la cabeza mientras estaba leyendo este libro.
En ese podcast hablan siempre de cómo hay gente de dura y tesa y organizada y exitosa, y que esa gente le comparte a la otra gente, como uno, cómo podría dejar de ser menos como uno y más como ellos. Y, pues, algunas veces no es tan malo porque uno sí es desorganizado y, si se mide en esos términos, nada exitoso. Uno logra muy poquito. Uno, si no termina haciendo lo que debería hacer, al leer un libro entonces está perdiendo el tiempo.
Momo comienza de manera lenta, y tal vez hasta aburrida, y termina de una manera en la que uno queda muy envuelto en lo que pasa. Sí, es algo cliché el final. Pero no es eso lo que importa, sino todo lo que hay en el medio. Todas las cosas que se dicen y que muestran un mundo que no es absurdo sino muy real en ese entonces, y mucho más ahora.
Comencé con lo del podcast porque sí hay cierta manera una obsesión con ahorrar tiempo. Ser más eficiente y productivo con la finalidad de ser... eficiente y productivo. De cuestionar ciertas actividades que no van ligadas a una gran recompensa vista no en términos de bienestar sino en practicidad. No creo poder hacerme entender. Creo que eso lo define mejor la frase "AMO perder el tiempo leyendo": si uno disfruta algo, no debería considerarlo tiempo perdido. Que sea mejor dedicar el tiempo en otra cosa puede ser cuestionable. Es decir, usted estaría mejor sin leer esto que no concluye nada, y yo también al no escribirlo. Pero aquí estamos, por muchas razones. La principal, tal vez, es porque queremos.
Momo esconde no solamente la dureza de una realidad que termina en estos tiempos de pandemia (gente que trabaja desde casa para trabajar más tiempo, y gente que sale a trabajar para sostener el mundo mientras todo pertenece quieto), sino la dulzura de la inocencia. Quisiera decir que esa inocencia es algo que deberíamos mantener todos al crecer, pero es lo primero que se pierde, y eso es lo que nos convierte en hombres grises que gritan haciendo filas en situaciones que nos demoran más de lo pensado porque "nos hacen perder tiempo". Tiempo para qué, si al final uno siempre anda alcanzado. Tiempo para qué. Para terminar leyendo libros y gozar con ellos y luego decir, asustado, que uno ama perder el tiempo leyendo.